Happy and holy Divine Mercy Sunday where on this Second Sunday of Easter we continue to proclaim with cries of joy: Alleluia! Christ is Risen! Alleluia! Indeed, He is Risen! Alleluia! Our Easter joy is a reminder of the presence of Jesus, risen and alive, in our lives.
As we, the children of God come to celebrate Divine Mercy Sunday, it is important to understand the meaning and historical significance of this holy day. On the Second Sunday of Easter of the Jubilee Year 2000, at the Mass for the Canonization of St. Faustina Kowalska, Pope John Paul II declared the Sunday after Easter be called “Divine Mercy Sunday.”
While St. Faustina popularized the devotion, in the 20th Century, to the image of Jesus as Divine Mercy this is not new. God’s divine mercy has been part of our faith from the very beginning and is a gift we should embrace today more fully in the troubles of our life and in the world.
We are called, as Christians, to participate in the Divine Mercy of God by actively practicing the receiving and sharing of mercy from Jesus but also to and from our brothers and sisters present in our lives. Pope St. John Paul II writes in Dives in Misericordia (Rich in Mercy): "The Bible, Tradition, and the whole faith life of the People of God provide unique proof ... that mercy is the greatest of the attributes and perfections of God" (# 13).
Mercy, understood in the Christian tradition, in an act of love. It is choosing to place our lives into the sorrow of sin and betrayal and seek the gift of communion and hope. This act of merciful love is seen first and foremost in God gift of his only begotten Son to become mercy, For God so loved the world that he gave his one and only Son, that whoever believes in him shall not perish but have eternal life. (Jn 3:16), and also in his invitation for us to do the same. Very truly I tell you, whoever believes in me will do the works I have been doing, and they will do even greater things than these, because I am going to the Father. (Jn 14:12)
I would like to thank all the members of parish community who worked so diligently through the Easter celebrations. Their gift of time, talent, and treasure is a true inspiration. It is a blessing beyond all blessing to see the dedication and love they offer in doing this great service in the St. Lawrence the Martyr community. Thank you! Alleluia! Christ is Risen! Alleluia! Indeed, He is Risen! Alleluia!
God Bless,
Fr. Mark
¡Feliz y santo domingo de la Divina Misericordia y segundo domingo de Pascua! Seguimos proclamando con gritos de alegría: ¡Aleluya! ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya! ¡Ciertamente, Él ha Resucitado! ¡Aleluya! Nuestra alegría pascual es un recordatorio de la presencia de Jesús, resucitado y vivo en nuestras vidas.
Toda vez que, como hijos de Dios, celebramos el Domingo de la Divina Misericordia, es importante que comprendamos el significado y la importancia histórica de este día santo. El Segundo Domingo de Pascua del Año Jubilar 2000, en la Misa de Canonización de Santa Faustina Kowalska, el Santo Papa Juan Pablo II declaró que el domingo después de Pascua sería llamado “Domingo de la Divina Misericordia”.
Si bien durante el siglo XX, gracias a Santa Faustina, se hizo popular la imagen de Jesús como Divina Misericordia. Esto no es nuevo, ya que la misericordia divina de Dios ha sido parte de nuestra fe desde el principio y es un don que debemos abrazar hoy más plenamente en los problemas de nuestra vida y en los del mundo.
Estamos llamados, como cristianos, a participar en la Divina Misericordia de Dios practicando activamente el recibir y compartir la misericordia de Jesús, pero también desde y hacia nuestros hermanos y hermanas presentes en nuestras vidas. El Papa San Juan Pablo II escribe en Dives in Misericordia (Rico en misericordia): "La Biblia, la Tradición y toda la vida de fe del Pueblo de Dios dan testimonios exhaustivos de ello... que la misericordia es el más grande de los atributos y perfecciones de Dios" (# 13).
Misericordia, entendida en la tradición cristiana, es un acto de amor. Es escoger poner nuestra vida dentro del dolor del pecado y de la traición y buscar el don de la comunión y de la esperanza. Este acto de amor misericordioso se ve ante todo en el regalo que Dios nos hizo de su Hijo unigénito para que se convirtiera en misericordia, porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. (Jn 3,16), y también es una invitación para que nosotros hagamos lo mismo. En verdad os digo, que el que cree en mí, hará las obras que yo he estado haciendo, y aún hará cosas mayores que estas, porque yo voy al Padre. (Juan 14:12)
Por último, quiero agradecer a todos los miembros de la comunidad parroquial que trabajaron tan diligentemente durante las celebraciones de Pascua. Su regalo de tiempo, talento y tesoro es una verdadera inspiración. Es una bendición más allá de toda bendición ver la dedicación y el amor que ofrecen al hacer este gran servicio en la comunidad de San Lorenzo Mártir. ¡Gracias! ¡Aleluya! ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya! ¡Ciertamente, Él ha Resucitado! ¡Aleluya!
¡Dios los bendiga!
P. Mark