Happy 30th Sunday in Ordinary Time! It was a wonderful week for your priests as we took time in prayer and fraternity on our annual retreat. As it is the 40th Anniversary of the founding of the Diocese of San Jose, Bishop Cantú asked all priests to attend.
Taking time with family and friends in prayer and community is an important part of our faith tradition as Christians. We do this so very naturally in going to the beach, having picnics, lazy afternoons in the backyard or at the park or game nights enjoying one another’s presence. Just being together often fills us with peace and joy.
Then there are the bigger more intentional ways we gather and celebrate; like family reunions that take time and planning, perhaps a longer vacation to visit relatives or destinations like the Grand Canyon.
Each of these actions, whether small or large, feed a part of our soul calling us to a closer relationship with those around us. But there are times when we take these blessings for granted and can begin to lose touch with this core need in our lives and in the life of the community.
Prayer and our unity with God and His holy Church can follow the same pattern.
We can find prayer very easy to do and be spontaneous and open to God’s blessings in giving thanks and asking for intersession or for our needs on many of the small and daily occurrences in life.
We can also find ourselves united in prayer at bigger events and needs such as marriage or the baptism of a child, or the tragic events of natural and human made disaster.
This is why being intentional in daily prayer and attentive to our relationship with God is so important. If we are not spending time with God in intimate conversations then, just like relationship with family and friends we find ourselves feeling alone when God desire us to be with Him.
In other words…pray, pray daily, pray with each other and pray with the Church.
¡Feliz trigésimo domingo del tiempo ordinario! Esta semana fue maravillosa para tus sacerdotes, ya que dedicamos tiempo a la oración y la fraternidad en nuestro retiro anual. Al celebrar el 40 aniversario de la fundación de la Diócesis de San José, el obispo Cantú pidió a todos los sacerdotes que asistieran.
Pasar tiempo con familiares y amigos en oración y comunidad es una parte importante de nuestra tradición de fe como cristianos. Hacemos esto de manera muy natural al ir a la playa, hacer picnics, tardes de ocio en el patio trasero o en el parque o noches de juegos disfrutando de la presencia del otro. El solo hecho de estar juntos a menudo nos llena de paz y alegría.
Luego están las formas más grandes e intencionales en las que nos reunimos y celebramos; como reuniones familiares que requieren tiempo y planificación, tal vez unas vacaciones más largas para visitar a familiares o destinos como el Gran Cañón.
Cada una de estas acciones, ya sean pequeñas o grandes, alimentan una parte de nuestra alma que nos llama a una relación más cercana con quienes nos rodean. Pero hay ocasiones en las que damos por sentadas estas bendiciones y podemos empezar a perder contacto con esta necesidad fundamental en nuestras vidas y en la vida de la comunidad.
La oración y nuestra unidad con Dios y Su santa Iglesia pueden seguir el mismo patrón.
Podemos encontrar la oración muy fácil de hacer y ser espontáneos y abiertos a las bendiciones de Dios al dar gracias y pedir por un descanso o por nuestras necesidades en muchos de los pequeños y cotidianos sucesos de la vida.
También podemos encontrarnos unidos en oración en eventos y necesidades más importantes, como el matrimonio o el bautismo de un niño, o los trágicos eventos de desastres naturales o provocados por el hombre.
Por eso es tan importante el ser intencional en la oración diaria y estar atento a nuestra relación con Dios. Si no estamos pasando un tiempo con Dios en conversaciones íntimas, entonces, al igual que en la relación con la familia y los amigos, nos sentimos solos cuando Dios desea que estemos con Él.
En otras palabras… rezar, rezar diariamente, rezar unos con otros y rezar con la Iglesia.