When I was informed about my transfer, my thoughts flew to this moment – what to say on my last weekend and how to say it. When I was assigned here two years ago, I set my eyes on the date I would have to say goodbye to you and bid you farewell. Not because I wanted to get out of here fast, but because I wanted the days in between, the years of my ministry to be fruitful and rewarding not only for me but most importantly for you. I wanted to be able to say goodbye and say, we did it together, and we had fun.
A few weeks ago, while I was praying, I asked myself: “How do I say my farewell to you?” It has been very difficult. Not even Google made it easier for me. No set of words. Only prayer. I prayed about it, and I remembered hearing from a priest friend say that that goodbyes are not easy, but goodbyes are a necessary part of living; that does not make them fun or easy – just necessary. For me, the time spent as a parochial vicar here at St. Lawrence the Martyr has gone by very quickly, and I want to thank all of you for making me feel welcome and accepting the ministry to which God calls me, along with the necessary adjustments that come with it. I have truly found the Person of Jesus Christ in this community. This community for me is the living Body of Christ – and if we are together as one community, there is nothing to fear!
Yes, St. Lawrence is a strong community. St. Lawrence has a very strong history, 65 years and counting. St. Lawrence has a strong future. The commonality in those statements is, obviously, strength, solidity, and endurance. I have enjoyed serving here because strength – true strength – comes from God alone; it works through all of you, and collectively we become the body of Christ – stronger even than death! St. Lawrence is a parish that is founded on the strength of the Word of God (either Incarnate, proclaimed or lived out) , and it is that characteristic that will continue to steer this community through transition and into a new and exciting phase of life.
My own life is guided by the same strength. For the next step on that journey, this transition will take me to Queen of Apostles Parish to begin the process of serving God and growing in Christ with the people in that community as their pastor. For sure I will miss all of you! For two years, this has become a home away from home and it has been my privilege to serve as one of your priests, and for that privilege you have my sincere gratitude. For the many good friends I have met here, I hope that our relationship can continue in a new and refreshing way.
Thank you for the opportunity to live and work among you for a time. Thank you to Fr. Mark for all your support, guidance, and leadership as our pastor, and to Fr. Ukeme for your kindness, generosity, and being truly a brother priest. The whole parish and school staff and to all of you, thank you for allowing me to partake in the one bread and the one-cup every Sunday, which makes us the living body of Christ. I wish you all God’s peace and will continue to pray God’s grace be made known through this remarkable place.
Cuando me informaron sobre mi transferencia, mis pensamientos volaron hacia este momento: ¿qué decir en mi último fin de semana y cómo decirlo? Es más, desde que me asignaron aquí hace dos años, puse mis ojos en la fecha en la que tendría que decir adiós y despedirme de ustedes; no porque quisiera salir de aquí rápido, sino porque quería que los días intermedios, los años de mi ministerio, fueran fructíferos y gratificantes no sólo para mí, sino lo más importante, para ustedes. Quería poder despedirme y decir: ¡lo hicimos juntos y nos divertimos!
Hace unas semanas, mientras hacía oración, me pregunté: “¿Cómo me podría despedir de ustedes?” Ha sido muy difícil, ni siquiera Google me lo facilitó. Ningún conjunto de palabras, sólo oración. Oré al respecto y recordé haber escuchado a un amigo sacerdote decir que las despedidas no son fáciles, pero son una parte necesaria de la vida; eso no las hace divertidas ni fáciles, sólo necesarias. Para mí el tiempo transcurrido como vicario parroquial aquí en San Lorenzo Mártir ha pasado muy rápido y quiero agradecer a todos ustedes por haberme hecho sentir acogido y aceptar el ministerio al que Dios me ha llamado, junto con los necesarios ajustes que vienen con él. Realmente he encontrado a la Persona de Jesucristo en esta comunidad. Para mí, esta comunidad es el Cuerpo vivo de Cristo. ¡Y si estamos juntos como una sola comunidad, no hay nada que temer!
Sí, ¡San Lorenzo es una comunidad fuerte! ¡San Lorenzo tiene una historia muy sólida, 65 años y continuamos! ¡San Lorenzo tiene un futuro fuerte! Lo que tienen en común esas declaraciones es, obviamente, la fuerza, la solidez y la resistencia. He disfrutado servir aquí porque la fuerza –la verdadera fuerza– que sólo proviene de Dios, obra a través de cada uno de ustedes y en comunidad, nos convertimos en el cuerpo de Cristo, ¡más fuerte incluso que la muerte! San Lorenzo es una parroquia fundada en la fuerza de la Palabra de Dios (ya sea encarnada, proclamada o vivida), y es esa característica la que continuará guiando a esta comunidad a través de la transición y hacia una nueva y emocionante fase de la vida.
Mi propia vida está guiada por la misma fuerza de la palabra de Dios. Para el siguiente paso en este recorrido, el cambio me llevará a la Parroquia Reina de los Apóstoles para iniciar el proceso de servir a Dios y crecer en Cristo con la gente de esa comunidad como su pastor. ¡Seguro que los extrañaré a todos! Por dos años, este se ha convertido en un hogar lejos del hogar; y ha sido un privilegio para mí servir como uno de sus sacerdotes. Y por este privilegio, tienen mi más sincero agradecimiento. Para los muchos buenos amigos que he conocido aquí, espero que nuestra relación pueda continuar de una manera nueva y refrescante.
¡Gracias por la oportunidad de vivir y trabajar entre ustedes por un tiempo! ¡Gracias al padre Mark por todo su apoyo, guía y liderazgo como nuestro pastor! ¡Gracias al padre Ukeme por su amabilidad, generosidad y ser verdaderamente un hermano sacerdote! A todo el personal de la parroquia y escuela y así como a todos ustedes ¡gracias por permitirme participar cada domingo, del único pan y de la única copa, que nos convierte en el cuerpo vivo de Cristo! Les deseo a todos la paz de Dios y continuaré orando para que la gracia de Dios se dé a conocer a través de este lugar extraordinario.